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Buscando Avances

Algunas brechas socioeconómicas clave entre coloradenses negros, latinos y blancos se redujeron en la última década, pero la equidad sigue siendo “un sueño incumplido”

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  • COLab

    COLab is an independent, nonprofit, statewide journalism coalition, media resource hub, and ideas lab. We serve all Coloradans by strengthening high-quality local journalism, supporting civic engagement, and ensuring public accountability.

  • Tina Griego

    Tina is an editor, reporter and coach with the Colorado News Collaborative. She has been a staff writer for the Los Angeles Times, the Washington Post and the Albuquerque Tribune, but spent most of her career as a reporter and columnist for the Rocky Mountain News and the Denver Post. Her reporting on immigration, education and urban poverty has won national recognition. Tina lives in Fort Collins with her husband and two kids. She's a native New Mexican and prefers red over green.

  • Burt Hubbard

    Burt Hubbard is data journalist who has worked with the Rocky Mountain News, Denver Post, Rocky Mountain PBS and 9News on investigative and social issue projects and documentaries. He taught computer-assisted reporting and internet research to graduate students for 20 years at the University of Colorado School of Journalism.

Maria Bocanegra Tejeda se despierta mientras el sol alumbra su habitación. Su habitación. En la casa que le pertenece a su familia. Ese hecho todavía es capaz de sorprenderla, tan distante de la casa rodante llena de gente de sus primos, en la comunidad de casas rodantes llena de gente donde pasó casi la mitad de sus 22 años.  

La noche anterior, había puesto su toga de graduación sobre la silla cerca de su cama. Su birrete reposaba a poca distancia, con la parte de arriba adornada con las palabras: “Cultura es orgullo. Orgullo es éxito”, la frase unificadora de su sororidad en la Universidad del Norte de Colorado (UNC, por sus siglas en inglés).  

Puede escuchar a sus padres en la cocina. Su padre estará funcionando con unas pocas horas de sueño después de su turno trabajando en la planta procesadora de carne y el trayecto de una hora en autobús entre Fort Morgan y Greeley a medianoche. Lo que él siente sobre la graduación de su hija, dice más tarde, va más allá de su capacidad para decirlo con palabras. Camina por la casa dos horas antes de la ceremonia vestido con un sombrero negro de cowboy y pantalones blancos de mezclilla plegados sobre sus botas. Intenta no derramar ni una lágrima. La mamá de Maria ni siquiera intenta.  

Hace años, cuando pasó manejando con su padre por UNC, Maria señaló el edificio y le dijo: “Un día, voy a venir aquí”. Él, con tres años de estudios formales, un jornalero toda su vida, le dijo que la universidad era para la gente adinerada. Maria se lo recordó recientemente. No para avergonzarlo, dice, sino para reconocer lo mucho que habían avanzado desde que se instalaron en Greeley en 2010.  

En la década desde entonces, en esta, una de las comunidades de más rápido crecimiento en uno de los estados de más rápido crecimiento en el país, la familia Bocanegra Tejeda trabajó para dejar de alquilar y comprar su propia casa, para convertirse de un hogar con un solo salario y en el límite de la pobreza a un hogar con dos salarios y ahorros mensuales suficientes para que su hipoteca no se los devorara. Maria, la mayor de cuatro, se convirtió en la primera de su familia en graduarse de high school y la primera en ir a la universidad. 

“Se necesitará algo de tiempo para que nos instalemos”, Maria dice mientras se riza el cabello la mañana antes de la graduación. “Tanto ha cambiado. En 2010, no sabía si la universidad era una posibilidad y el optimismo no estaba ahí. Pero ahora, no son sueños solamente. Ahora, tenemos una base sobre la cual podemos construir”.  

Avanzando lentamente sobre cimientos inestables

La familia Bocanegra Tejeda simboliza la versión más esperanzadora de la historia de los residentes negros y latinos entre 2010 y 2020 en Colorado. En varias dimensiones clave del progreso socioeconómico, cada grupo se acercó un poco más a los coloradenses blancos, quienes también lograron avanzar mucho.

Un análisis de Colorado News Collaborative (COLab) de datos del Censo de EE. UU. y otros encontró que, a lo largo de la última década, las tasas de pobreza entre los residentes negros y latinos en el estado disminuyeron a niveles históricos o casi históricos; las tasas de graduación de high school, especialmente entre los latinos, aumentaron mucho; los ingresos medios de las personas negras y latinas aumentaron en porcentajes mayores a la inflación; y, el porcentaje de latinos dueños de su propio hogar superó el 50 por ciento por primera vez desde la Gran Recesión.  

En ningún otro lugar del país se redujeron tanto las brechas en los niveles de pobreza entre las personas latinas y blancas como en Colorado. Nuestro estado también figuró entre los 10 estados donde las brechas en los ingresos medios del hogar se redujeron entre los hogares de latinos y de blancos y los hogares de negros y de blancos. 

Los avances hacia la paridad son avances hacia la equidad, la cual, como dice la presidenta y directora ejecutiva de la Fundación de Salud de Colorado Karen McNeil-Miller, “es esencialmente la promesa estadounidense de que las personas tendrán lo necesario para prosperar económica, social, espiritual, física [y] emocionalmente”.   

Prosperar así es el motor que impulsa el futuro de Colorado. Los cálculos poblacionales demuestran que los latinos y afroestadounidenses más jóvenes impulsarán el crecimiento, y más coloradenses de color ingresarán a la fuerza laboral al mismo tiempo que los trabajadores blancos se retiran.  

Pero si los avances alcanzados cuentan una historia, las brechas subyacentes cuentan otra.  

Los avances se diluyen por el hecho de que en la última década fue dos veces más probable que un coloradense negro o latino viviera en la pobreza, en comparación con su vecino blanco, y los ingresos medios por hogar negro fueron dos tercios de los de un hogar blanco. Hasta con el ligero avance alcanzado, la tasa de personas latinas propietarias de su vivienda (la principal forma de acumular riquezas por generaciones) en Colorado siguió siendo más baja que en 1970, mientras que la tasa entre las personas negras no ha superado el 50 por ciento desde por lo menos 1960. 

Las tasas de graduación de una universidad de cuatro años entre los residentes latinos de por lo menos 25 años aumentaron ligeramente durante la década, pero continuaron estando entre el 13 y 19 por ciento, 10 puntos porcentuales más bajos que entre los coloradenses negros y 31 puntos porcentuales más bajos que entre los blancos. La larga y reconocida historia del estado de importar blancos con títulos universitarios en lugar de aprovechar el potencial de su juventud de color creó la brecha educativa más grande entre latinos y blancos en el país y la segunda más grande entre negros y blancos. Si ampliamos la definición de estudios superiores para incluir los títulos de dos años y certificados técnicos, las tasas de logros educativos entre coloradenses negros y latinos siguieron siendo una pequeña parte de las de sus pares blancos.

Cuando tres de cada cuatro estudiantes que impulsaron el crecimiento en las tasas de graduación de high school en el estado durante la última década fueron latinos, las consecuencias de no asegurar que más de ellos puedan cursar estudios universitarios son obvias. 

“Si no [cerramos las brechas], seguiremos, por más décadas, haciendo lo mismo que en décadas anteriores donde existe esta estruendosa brecha de equidad y un potencial no realizado ni activado”, dice Angie Paccione, directora ejecutiva del Departamento de Educación Superior de Colorado. Paccione, quien en 2020 inauguró la Oficina de Equidad Educativa, agrega: “¿Y cuán triste es eso? ¿Cuán malo, no solo triste, cuán malo para este estado?” 

El nivel de estudios afecta el empleo. Afecta el salario. Afecta a quién contratan primero y despiden de último, y en Colorado como en otros lugares, las tasas de desempleo entre las personas negras e hispanas fueron más altas que entre las personas blancas durante los tiempos difíciles de 2010 y los tiempos dorados de 2019.

Los avances también se vieron afectados por las características de la década en sí. La economía creció de su nivel más bajo durante la Gran Recesión, y de su desigual destrucción de los ingresos y riquezas de las personas negras y latinas, para iniciar una expansión lenta y larga que trajo consigo un bajo desempleo, aumentos graduales en los salarios y enormes ganancias en el valor líquido de sus viviendas. Pero entonces, la pandemia golpeó. 

La trayectoria desproporcionadamente mortal de COVID-19 en comunidades negras y latinas, y su mazazo en las industrias menos remuneradas en las que estas comunidades se ven sobrerrepresentadas, redefine la idea de una reducción en las brechas de equidad como algo temporal, un efecto secundario de la recuperación económica. En cuestión de meses, la pandemia reveló verdades sobre el carácter innato de la desigualdad que los años anteriores quizás hayan oscurecido, dice la representante estatal Jennifer Bacon, quien se refiere a los datos del Censo como la representacion de un “sueño incumplido”.

“Tenemos que ser intencionados para desarmar el daño intencionado del pasado”, dice. “Por siglos, les negamos a personas el acceso no solo a viviendas y trabajos, sino también a conocimientos debido al color de su piel y lugar de nacimiento. Y a menos que seamos intencionados, [con] una intencionalidad sostenida, estas brechas seguirán persistiendo”.  

La opinión más escéptica, compartida por Pastor Del Phillips, presidente de la Coalición de Líderes Negros de Colorado, considera cualquier celebración incondicional de los datos como la forma más peligrosa de pacificación, “una marca registrada del opresor de siempre hacerte pensar que estás mejor de lo que estás”. Aceptar al pie de la letra la reducción en una brecha, dice, crea una ventanilla de escape que permite que aquellos con el poder eviten hacerse responsables del pasado daño y la futura reparación. 

“Si la brecha me representa a mí de un lado del Gran Cañón y a los blancos del otro lado del Gran Cañón, y están diciendo: ‘Solo brinca. La brecha no es tan grande como era antes’, bueno, igual me voy a caer al fondo”, Phillips dice “Y así es como lo veo, no importa que [la brecha] sea menor. El desafío es que está ahí”. 

Conectando puntos

COLab y sus socios, incluidos The Colorado Sun, Chalkbeat, Kaiser Health News, The Denver Post, KGNU, Boulder Reporting Lab y Denver Voice, están trabajando juntos para examinar las tendencias en la última década, las cuales con frecuencia son imperceptibles en tiempo real. Al analizar datos en retrospectiva a lo largo de una década y comparar esos datos con las experiencias de los coloradenses, podemos empezar a evaluar lo que ha cambiado, por qué, cómo y lo que viene. 

En semanas venideras, medios de comunicación alrededor del estado reportarán sobre las tasas de propietarios de una vivienda, tasas de graduación de high school y la mortalidad infantil negra. Futuras historias cubrirán temas como la educación superior y la pobreza, entre otros.  

Debido a que en nuestro estado las poblaciones indígenas y asiáticoestadounidenses y de las Islas del Pacífico son tan pequeñas, los datos censales no son confiables para realizar un análisis similar de estas comunidades. Pero los datos estatales, especialmente sobre los logros académicos y las desigualdades de salud, muestran que la población indígena en el estado enfrenta los mayores obstáculos para su bienestar.  

Las cifras nunca cuentan la historia completa. Lo mismo sucede con los datos de la Oficina del Censo. COLab empezó con la Encuesta sobre la Comunidad Estadounidense (ACS, por sus siglas en inglés), una encuesta diaria continua que dura 60 meses. Las estadísticas panorámicas de cada cinco años pueden ser buenas para evaluar los cambios a lo largo del tiempo, pero son terribles para precisar los eventos en un solo año. Por eso, y por los desafíos de la Oficina del Censo para encuestar a las comunidades de color, especialmente durante la pandemia, estos no son los datos indicados para evaluar los impactos socioeconómicos de los desafíos en 2020. 

Pero podemos observar en los datos estatales que el último año de la década invalidó las tendencias positivas de años anteriores en, entre otras cosas, las tasas de graduación de high school, de inscripción a la universidad y de desempleo. La expectativa de vida retrocedió entre todos los grupos, con la expectativa de vida entre personas negras desplomándose de 78 a 74 años de edad, la expectativa de vida que tenían en el año 2000. En comparación, la expectativa de vida entre las personas blancas se redujo un poco más de un año, a justo arriba de 80 años.   

Lo que las cifras no revelan sobre la década, lo revelan las experiencias diarias. Datos muestran que un mayor porcentaje de personas han superado lo que el gobierno federal define como pobreza. Esto no es lo mismo que ser autosuficiente, tener estabilidad y prosperar. 

“Claro, quizás las familias aparenten estar mejor en teoría”, dice Nita Gonzales, una líder comunitaria por años en Denver. “Pero eso puede significar que ambos padres están trabajando o un padre tiene dos trabajos, y se están transportando por todos lados porque tienen que encontrar vivienda fuera de la ciudad más lejos del área metropolitana, y eso reduce el tiempo con sus hijos.

“…Veo que logramos avanzar, no estoy descontando eso. Pero no es suficiente. Y no sé cuán permanente sea. Eso es lo que me preocupa. No es momento de relajarse”. 

El ciclo de la marea  

Maria, su madre Raquel y sus hermanos llegaron a vivir a Greeley de México en 2010, durante los temblores secundarios de la Gran Recesión. Su padre, Guadalupe, ya tenía empleo como integrante de un sindicato en la planta empacadora de Cargill, donde desangraba vaca tras vaca colgada de frente. Él recuerda que la recesión resultó en menos horas de trabajo. Maria lo recuerda llegar a casa con olor a sangre.

La familia de seis más sus dos sobrinos vivían en una antigua casa rodante de tres habitaciones. Las tuberías se atascaban. Los niños se turnaban para hacer su tarea en la pequeña mesa de la cocina.   

Su mejor oportunidad para comprar vivienda dependía de la organización Greeley-Weld Habitat for Humanity, con sus pagos iniciales de $500, tasas de interés más bajas de lo convencional y una misión de atender a familias como la suya. La organización quiere que los propietarios de sus viviendas sigan siendo propietarios y acumulen riquezas de una generación a otra, por lo que requiere que no más del 30 por ciento de los ingresos mensuales antes de impuestos se usen para cubrir el pago de la hipoteca. Para la familia Bocanegra Tejeda, el límite entre lo suficiente y lo insuficiente era demasiado estrecho para su gusto.

A finales de 2018, Raquel aceptó un trabajo limpiando en McDonald’s. El momento era oportuno. La economía en el Condado de Weld estaba en su apogeo. El estado estaba en su segundo año de un salario mínimo en aumento que lo llevaría de $8.31 por hora en 2016 a $12 por hora en 2020. 

(Kristina Ratzi, Greeley-Weld Habitat for Humanity)

Su casa de $257,000 fue la última de 14 en construirse en una cuadra justo al lado de la Carretera 34 en el sur de Greeley. Como las familias de Habitat lo hacen, los Bocanegra Tejeda ayudaron a construir las casas de sus vecinos. Ayudaron a construir la suya. La sala con una ventana mirando hacia el pórtico y pasto adelante. Los dos baños. Una habitación para mamá y papá. Una habitación para Maria. Una habitación para Herminia. Una habitación para Rosalinda. Una habitación para José. Y una cocina lo suficientemente grande como para poner una mesa donde todos los niños podrían sentarse juntos y hacer su tarea.  

Se mudaron en febrero de 2020, un mes antes que golpeara la pandemia. 

***

Uno de los desafíos de interpretar reducciones en las brechas de Colorado en la última década es identificar la compleja interacción de las principales fuerzas económicas o demográficas y las políticas y programas estatales y locales. ¿Cuánto fue la marea? ¿Cuánto fue el barco?  

Cuando hablamos sobre pobreza, ingresos y habilidad de adquirir una vivienda, la respuesta abrumadora a esas preguntas es que la marea lo fue todo.

Casi.

La familia Bocanegra Tejeda no hubiera logrado comprar una casa sin un programa local enfocado en la vivienda asequible como Habitat for Humanity. La familia, como miles de coloradenses, también se benefició del impulso estatal para ampliar el acceso a los cuidados de salud antes y después de su expansión de Medicaid en 2013. Para los Bocanegra Tejeda, Medicaid ofreció un seguro secundario para ayudar a cubrir los costos de tratar la diabetes y otras condiciones médicas crónicas de Guadalupe. El seguro médico no figura en los datos censales sobre los ingresos del hogar ni la pobreza ya que los datos toman en cuenta los salarios más que nada. Pero tener la posibilidad de pagar para ver a un médico tiene un efecto dominó en el bienestar que va más allá de los salones de clases, lugares de trabajo y bolsillos, al igual que en la economía. Y el aumento gradual del salario mínimo que los votantes aprobaron en 2016 ayudó a los trabajadores negros y latinos como Raquel, ya que estos trabajadores ocupan desproporcionadamente puestos laborales con salarios más bajos. 

La década también estuvo enmarcada por dos dosis de refuerzo de emergencia: las políticas de la Reserva Federal debido a la Gran Recesión para impulsar la economía y el mercado inmobiliario con bajas tasas de intereses a largo plazo y la ayuda del Congreso debido a la pandemia. Los pagos directos a cuentas bancarias del estímulo económico, además de la expansión de la ayuda por desempleo y los créditos fiscales por hijos, ayudó a que algunas de las brechas no empeoraran, dice Christian Weller, un becario principal en el Centro para el Progreso Estadounidense y profesor de políticas públicas en la Universidad de Massachusetts-Boston. Gracias al apogeo inmobiliario, las brechas de riquezas en realidad se redujeron ligeramente en los primeros dos años de la pandemia porque los hogares negros y latinos tienen más de sus riquezas en sus viviendas, dijo Weller, quien estudia la brecha de riquezas negras-blancas a nivel nacional.

Sin embargo, los vientos en contra de la década actual son fuertes. Tanto la inflación como el alza en las tasas de interés para combatirla tienen un mayor impacto en las personas negras y latinas, Weller dice, “y esos son los grupos menos capaces de enfrentar un shock económico … porque tienen menos riquezas, menos dinero en el banco”. 

La encuesta Pulse recientemente publicada por la Fundación de Salud de Colorado de casi 3,000 residentes en el estado encontró que el creciente costo de vida y la vivienda es la preocupación principal entre todos los grupos raciales y étnicos. (La Fundación es una patrocinadora de COLab.) Entre las personas encuestadas, un mayor porcentaje de personas de color dijeron que debieron trabajar múltiples trabajos para pagar por su vivienda el año anterior y que les preocupa la posibilidad de perder su hogar el próximo. 

Aprovechando un momento pasajero

La equidad como un producto secundario de la economía y la equidad como objetivo son dos cosas muy diferentes. La primera puede coexistir con un mito. La segunda lo expone.  

“El mito es que las personas son un producto de sus decisiones individuales”, McNeil-Miller de la Fundación de Salud de Colorado dice. “Por lo tanto, ‘la gente es pobre porque toma malas decisiones. La gente se retrasa en sus estudios porque no estudia lo suficientemente duro. La gente no tiene su propia casa porque no trabaja lo suficientemente duro’”.  

Sí, McNeill-Miller dice, las decisiones individuales son importantes, pero el hecho es que “las personas pueden hacer todas las cosas correctas y tomar todas las decisiones correctas e igual no podrán avanzar porque existen políticas y prácticas y programas que las ponen en desventaja”. 

Pregúntale a Rosemarie Allen, fundadora, presidenta y directora ejecutiva del Centro para la Equidad y Excelencia en Aurora, sobre las experiencias de su familia para comprar una vivienda, teniendo calificaciones de crédito de 800 puntos o más y buenos ingresos y dinero en el banco para el pago inicial, solo para que los prestamistas la rechazaran u ofrecieran préstamos de alto riesgo o con intereses más altos. Pregúntale a Allen, quien es negra, sobre la decisión de su familia de evitar un posible prejuicio racial en la tasación durante el refinanciamiento de su hijo en 2018. Las tuberías de su casa estallaron. La casa estaba helada. Los inodoros no estaban funcionando. 

“Pensamos, ‘ay, Dios mío, el tasador está por llegar y [la tasación] será demasiado baja’. Así que le pedimos a un amigo blanco que fuera. No le pedí que mintiera. Solo le dije: ‘¿Puedes estar ahí? Asumirán que eres el propietario. Si te preguntan, puedes decir que no’”, Allen dice. “Nos dieron la tasación más asombrosa que nunca. En esa condición. Jamás lo hubiera creído porque habíamos tenido tasaciones muy bajas”. 

Aquí, como en otros lugares, el asesinato de George Floyd en mayo de 2020 y los llamados a la justicia que le siguieron aceleraron el cambio continuo en el gobierno de departamentos individuales trabajando en aislamiento hacia un método colaborativo para cerrar brechas. El estado lanzó una avalancha de órdenes ejecutivas, planes estratégicos y cajas de herramientas para la equidad nuevos y actualizados. 

El Departamento de Salud Pública y Medioambiente de Colorado (CDPHE, por sus siglas en inglés), el cual creó una oficina centrada en las disparidades a finales de los años 2000, declaró el racismo como una crisis de salud pública en julio de 2020. El departamento explícitamente nombró el racismo sistémico al explicar por qué las personas de color en Colorado se enferman o mueren en porcentajes desproporcionados. Los coloradenses negros, latinos e indígenas tienen tasas más altas de asma, cáncer, diabetes y enfermedades cardiovasculares, entre otras condiciones. Según un análisis de datos de Kaiser Health News, si los bebés negros e hispanos tuvieran la misma tasa de mortalidad que los bebés blancos no hispanos en el estado, alrededor de 200 bebés hubieran sobrevivido solo entre 2018 y 2020.

Una de las presentaciones de CDPHE sobre la carga desigual de COVID-19 en las comunidades de color señala políticas prejuiciadas que afectan dónde pueden vivir las personas, dónde pueden mandar a sus hijos a la escuela, dónde trabajan, cuánto ganan, en qué vecindarios hay árboles y en qué vecindarios hay autopistas y plantas industriales y contaminación.  

Ryan Ross, director ejecutivo de la Fundación de Liderazgo Urbano, ha participado en los esfuerzos para cerrar brechas en el estado como copresidente de la Coalición de Defensores de la Equidad en Colorado. En diciembre de 2020, la coalición publicó lo que promocionó como el primer informe sobre equidad para la educación superior en el estado. 

Sin embargo, Ross dice que le cuesta creer que los esfuerzos perdurarán. 

“Observas que se está trabajando en esto, o por lo menos que hay conversaciones para que las cosas avancen. Pero también observas más acciones que hablan de modo más ruidoso en contra de ese trabajo”, dice, señalando el despido a principios de este año de Vanessa Wilson, la jefa de la policía en Aurora, quien tenía un gran respaldo de las comunidades negras y latinas.   

Aun así, Ross dice, está notando “un mayor sentido de responsabilidad y empatía y humanidad en torno al trato de las personas negras y marrones, lo cual espero se convierta en una [fuerza] catalizadora o catapulta hacia un verdadero cambio significativo”.

Guadalupe Bocanegra (59), der., y Raquel Tejeda (49), izq., y su hija Maria Bocanegra Tejeda (22) celebran la graduación 2022 de Maria de la Universidad del Norte de Colorado en su hogar en Greeley, Colorado, el sábado 7 de mayo de 2022. (Fotografía de Hyoung Chang/The Denver Post)

Construyendo nuevas puertas

Maria entiende que su título universitario hace que sea una excepción entre las personas latinas. Agradece los programas de high school que apoyan a los estudiantes de primera generación y con bajos ingresos, como Greeley Dream Team y Gear Up, a los consejeros y asesores que ayudaron a ampliar su perspectiva, y a los subsidios y becas Pell que aseguraron que pudiera graduarse sin tener deudas. Dice que encontró conexión y orientación en el Centro para el Enriquecimiento Humano de UNC, el cual apoya a los estudiantes de primera generación. En su último año, recibió respaldo adicional a través de la Iniciativa estatal de Becas para Oportunidades Universitarias, cuyos estudiantes, la mayoría de ellos con bajos ingresos y de color, logran desempeñarse mejor que otros estudiantes de origen similar gracias a becas y mentoría.  

Hasta con apoyo, Maria dice que el síndrome de impostora la angustiaba. ¿Pertenecía? Quizás haber estudiado administración de empresas fue un error.  

Pero nunca dejó de pensar en todas las posibilidades. Los Bocanegra Tejeda son inmigrantes y ciudadanos. A pesar de sus desafíos, Maria dice que nunca se olvidó de que su familia tenía opciones que no tenían en Guanajuato. Tienen que imaginar su futuro, recuerda decirles a sus hermanos durante momentos compartidos haciendo la tarea. 

“Lo estoy haciendo por mis hermanos, y luego finalmente por futuras generaciones”, dice. “Este es un cambio enorme, no solo para mi familia, pero creo que para mi comunidad”.  

Para Maria, “la equidad es el Sueño Americano”. No solo abre más las puertas de la oportunidad. Exige nuevos umbrales. Nuevos constructores. Como ella. Como su hermano y hermanas.  

Dos semanas después de que Maria se graduara de la universidad, Herminia se graduó de Northridge High School. Fue la segunda en su clase, y una de 50 estudiantes en todo el estado en ganarse una prestigiosa Beca Boettcher completa, la cual busca que las mentes más brillantes se queden en Colorado. Herminia empezará sus clases de ingeniería este otoño en Colorado School of Mines. 

Rae Ellen Bichell, reportera de Kaiser Health News, contribuyó a esta historia. 

Envía un mensaje electrónico a Tina Griego:  @tina@colab.openmedia.dev

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